Movimiento y equilibrio

Los sentidos olvidados

En nuestra etapa escolar siempre nos dijeron que tenemos cinco sentidos y como muchas otras cosas que aprendimos de niños, quizá hubo poco incentivo para cuestionarlas. Sin embargo, esta idea proviene de hace más de dos mil años, del filósofo griego Aristóteles. ¿Puedes pensar en otras ideas que tengan más de dos mil años y continúen siguiéndose al pie de la letra sin haber evolucionado nada? Son pocas o casi nulas. Si no hubiésemos cuestionado las ideas originales que tuvo la humanidad cuando surgieron, probablemente seguiríamos creyendo que somos el centro del universo, si es que creyéramos que existe un universo y no en que el cielo es un techo de vidrio con muchas luces en él.

Pues de igual forma la idea que únicamente tenemos cinco sentidos ha sido cuestionada a lo largo del tiempo y más en años recientes por los neurocientíficos. Hasta el momento quizá no a todos les ha parecido un tema tan interesante y por eso es que no se ha vuelto un tema «trending», aunque los nuevos planteamientos sí han tenido prensa. BBC Mundo publicó hace algunos años el artículo ¿Es verdad que tenemos sólo cinco sentidos?, en el cual se cuestiona precisamente la existencia exclusiva de estos cinco sentidos. Científicos de diferentes ramas han planteado agregar nuevos sentidos o reclasificar cómo es que agrupamos los sentidos que nos permiten conocer la realidad que nos rodea. Asimismo, Rudolf Steiner, fundador de la pedagogía Waldorf, creó su propia clasificación hace más de cien años.

Él planteó la existencia de doce sentidos, divididos en tres categorías:

  • Los sentidos corporales
  • Los sentidos emocionales
  • Los sentidos cognoscitivos o sociales

Existen cuatro sentidos para cada una de estas categorías, sin embargo, en este artículo hablaremos de dos de los sentidos corporales y cuál es su importancia.

El movimiento

Si decimos que es un sentido, cómo hacemos para sentir el movimiento. Así como con los sentidos tradicionales existe todo un sistema complejo que transmite la información para que podemos procesar que nos estamos moviendo. Pero más allá de buscar describir los mecanismos neurológicos del movimiento, quiero que te pongas a pensar si en alguna ocasión has podido determinar que te estás moviendo o que te desplazas de alguna forma, incluso cuando no tienens los ojos abiertos. Por eso podemos determinar que el movimiento más allá de ser un simple fenómeno dado por un punto de referencia visual es algo que podemos percibir. Ese sentir que nos movemos es precisamente uno de los sentidos que no ha sido incluido en la lista de los sentidos tradicionales, pero que es muy sencillo darnos cuenta de su existencia. Hasta llegar a cuestionarnos en por qué no lo habíamos pensado antes.

«Los sistemas que condenan a los estudiantes a estar sentados todo el tiempo y que premian al que menos se mueve, son también sistemas que nos llenan de aburrimiento y que convierten algo tan transformador y fascinante como el aprendizaje en una tortura..»

El movimiento ha estado presente en la humanidad desde épocas ancestrales, desde las grandes migraciones, hasta los bailes y el juego que implican el movimiento del cuerpo. Es algo completamente instintivo que nos llena de vitalidad y nos da libertad. Por eso la forma de negarle la libertad a un ser humano es recluirlo en un lugar del cual no pueda moverse. El movimiento nos permite experimentar ese sentimiento de libertad, no tenerlo es sinónimo de estar preso. Además, no hay nada como prestar un poco de atención a las personas cuando recién arriban al mundo, para los bebés el movimiento es dador de felicidad. Por eso arrullarlos los reconforta y cuando aprenden a gatear y caminar no hay nada peor para un bebé que lo sienten en una silla de comer o una silla de carro de la cual no puede escapar para moverse libremente.

Así como movernos nos aporta felicidad, no hacerlo genera tristeza. Nada más efectivo para deprimir a una persona que privarlo del movimiento. Por eso es que hay riesgos de depresión y ansiedad si sólo vivimos un mundo digital sendentario e inmóvil. Cuando los niños son expuestos a televisión, videojuegos, pantallas o algún juguete que no exige de ellos nada más que su atención como espectadores, están siendo privados de la libertad y la alegría que nos provee el movimiento. Los sistemas que condenan a los estudiantes a estar sentados todo el tiempo y que premian al que menos se mueve, son también sistemas que nos llenan de aburrimiento y que convierten algo tan transformador y fascinante como el aprendizaje en una tortura.

Por eso la pedagogía Waldorf promueve el movimiento como parte esencial del aprendizaje. Las caminatas, aprender a coser, las rondas, las actividades rítmicas, el dibujo de formas, los juegos de equilibrio, etc. Están allí para darnos vida, para llenarnos de felicidad y hacer que el aprendizaje esté vivo y no muerto en un libro de texto o en una pizarra.

El equilibrio

A veces definir qué es un sentido y qué no puede llegar a ser un poco confuso, sobre todo por la delgada línea que hay entre uno y el otro. Sabemos que el gusto y el olfato están estrechamente relacionados, así mismo están ligados el sentido del movimiento y el sentido del equilibrio, muchas veces actúan de forma conjunta, sin embargo, se perciben diferente. El movimiento puede ser caótico, o por decirlo de otra manera, un movimiento que no nos aporta equilibrio. Pero no sólo sentimos equilibrio cuando estamos montando una bicicleta o tratamos de caminar en unos zancos, donde se hace evidente cómo podemos sentir el equilibrio en movimiento. También sentimos equilibrio cuando estamos en inmóviles o la falta de equilibrio que es la que se hace más perceptible. Cuando estamos en una posición, por ejemplo de yoga, en la que el caer se percibe inminente, entonces aunque no nos estemos moviendo, nuestro sentido del equilibrio entra en acción y percibe que no hemos logrado dominarla aún.

Cuando logramos dominar esa posición y nuestro sentido del equilibrio percibe que ya no existe una situación de riesgo, entonces lo que sentimos es bienestar, paz y tranquilidad. Una de las palabras clave de la oración anterior es dominar, porque el equilibrio es algo que se conquista, algo que lleva trabajo, así como podemos agudizar cada uno de nuestros sentidos, el equilibrio también lo podemos trabajar. Claro, si el equilibrio no se conquista igual lo percibiremos, pero a diferencia de un equilibrio conquistado, este lo que nos puede traer es malestar en lugar de bienstar. Sentir que carecemos de equilibrio trae intranquilidad en nuestro ser interior.

Todos nuestros sentidos nos dan una sensación interior y esto puede alterar nuestra psique y nuestro ser. Por eso es que es tan importante cuidar y trabajar nuestros sentidos. Cuando no logro conquistar mi sentido del equilibrio esto puede hacer que mi equilibrio interior también esté desbalanceado provocando un sentido de intranqulidad, que puede desarrollarse en hiperactividad o ansiedad. De igual forma, no poseer equlibrio también afecta mi capacidad de atención en gran manera. Así como muchos de nuestros sentidos nos ponen en alerta ante situaciones de peligro, el equilibrio también. Pero nuestros sentidos pueden estar alterados, como cuando alguien es muy sensible a la luz y esta le molesta aunque ésta no esté representando un peligro a su ser. De la misma manera puede que nuestro sentido del equilibrio esté alterado, dándonos una sensación de inseguridad aunque realmente no estemos en una situación de peligro. ¿Quién en una posición con un sensación de desequilibrio podría prestar atención a una clase de matemáticas y extraer un aprendizaje significativo?

Precisamente por eso es que la pedagogía Waldorf propone el cultivo el equilibrio como algo fundamental dentro del proceso de formación. Juegos de equilibrio, zancos, montar bicicleta, hacer yoga, etc. todas son actividades que aportan al cuidado de nuestro sentido del equilibrio, que más adelante se trasladarán a nuestro equilibrio interior dotándonos de paz y tranquilidad al igual que mejorará nuestra habilidad para prestar atención y beneficiará nuestra capacidad imaginativa.

Los beneficios de este tipo de actividades se han visto desde hace miles de años, en este artículo he mencionado actividades que no son precisamente exclusivas de la pedagogía Waldorf, a excepción del dibujo de forma que pronto escribiré un artículo para explicar mejor en qué consiste éste. Si es tan evidente cómo el movimiento y el cultivo del equilibrio nos llenan de beneficios, nos aportan salud, felicidad, paz y mejoran nuestra capacidad de atención, la pregunta es ¿por qué no en todas las instituciones educativas se le da la relevancia que merecen? ¿Será que es porque los exámenes estandarizados no lo miden?

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