High School: El septenio de lo verdadero

El tercer septenio, de los 14 a los 21 años, es el septenio en donde se considera que se desarrolla mayormente el intelecto y es también conocido como el septenio de lo verdadero. Qué significa esto, ¿es acaso que antes de los 14 años todo lo que nuestros alumnos habían aprendido era fantasía y estaba fuera de la realidad? ¿Antes del tercer septenio los niños no son capaces de pensar o de poseer un intelecto?

Por supuesto que la respuesta a las dos preguntas anteriores es un rotundo no. Quien asegure que durante la educación primaria sólo hay que enseñar fantasía y que hay que reprimir cualquier deseo de intelectualidad de un alumno aduciendo que no va de acorde a su edad, está más que confundido y está malinterpretando la pedagogía. Sin embargo, lo que sí sucede es que los adolescentes del tercer septenio empiezan a cuestionar el mundo que los rodea. La realidad en todos sus aspectos, empezando por la organización social, cuestionan las reglas impuestas por sus padres, pero también las leyes del país o las reglas de la escuela. Además, empiezan a cuestionarse a ellos mismos, su forma vestir, la música que escuchan, el léxico que utilizan, etc.

Veamos por qué sucede esto. Hasta antes de la llegada de la pubertad, nuestros padres son los que toman la mayoría de las decisiones por nosotros, no es que sea algo malo, es simplemente algo lógico y natural. Pero a medida que nuestra conciencia va aumentando, nos vamos dando cuenta de eso, empezamos a percibir que nuestra forma de vestir, la escuela en donde estudiamos, lo que comemos, los planes de vacaciones, todo ha sido escogido por nuestros padres. Entonces el primer cuestionamiento interno que nos surge es ¿será que nuestros padres han estado tomando las decisiones adecuadas?

La mayoría en nuestra edad adolescente respondemos que no, que no lo han hecho bien. Por eso es que empezamos a buscar nuevas opciones a lo que hemos conocido y muchas veces pensamos que esas alternativas que encontramos son mucho mejores. Es decir, empezamos a buscar qué es aquello verdadero para nosotros y dejamos de aceptar las verdades que nos han sido presentadas hasta el momento. Este cambio es trascendental para la vida de un ser humano porque dejamos de aceptar las ideas simplemente porque vienen de una figura de autoridad, como lo hacíamos en nuestra infancia. Es decir, en lugar de aceptar las ideas de nuestros padres y maestros porque ellos saben más y saben la verdad, empezamos a necesitar evidencia para creer en algo. Necesitamos probar por nosotros mismos que algo es verdadero. Por eso es que este septenio se caracteriza por el pensamiento intelectual, porque es a través de él que aceptamos o rechazamos estas verdades.

«¿será que nuestros padres han estado tomando las decisiones adecuadas?»

A diferencia de los septenios anteriores donde nuestra confianza en el mundo se construía por el apego y el afecto de nuestras relaciones, ahora la confianza en el mundo se construye por medio de nuestra capacidad de entenderlo y que éste nos entienda a nosotros de vuelta. Es a través del entendimiento que construimos nuestra visión del mundo en la adolescencia. Por eso es el septenio de lo verdadero y del desarrollo intelectual. También por eso, durante estas edades la autoridad del maestro ya no viene dada de cajón, ahora es necesario ganarse esa autoridad y confianza por medio de probar que somos personas competentes en lo que estamos enseñando. No es que haya que saberlo todo, pero no hay algo que cause más desilusión que recibir una clase de un maestro que evidencia que está improvisando o que no está preparado para instruir a otras personas en el tema.

¿Cómo hacemos entonces para que los aprendizajes sean significativos en nuestros estudiantes del tercer septenio? La respuesta es guiándolos a través de la senda del descubrimiento. Ya no debemos tener la expectativa que nuestros alumnos nos crean sólo porque somos el maestro, ahora debemos hacerlos pensar y mostrarles el camino hacia por qué sabemos lo que sabemos. Para esto la humanidad creó el pensamiento científico, éste sigue siendo a la fecha el mejor método para generar certezas por medio de nuestro pensar. Por eso es que las clases de ciencia y los procedimientos lógicos cobran tanto sentido a esta edad. Por eso es que el álgebra sigue siendo relevante, porque nos enseña un pensamiento lógico, no enseñamos álgebra porque en el futuro nuestros alumnos tendrán que sentarse en su lugar de trabajo a resolver una ecuación utilizando la fórmula cuadrática.

«A diferencia de los septenios anteriores donde nuestra confianza en el mundo se construía por el apego y el afecto de nuestras relaciones, ahora la confianza en el mundo se construye por medio de nuestra capacidad de entenderlo y que éste nos entienda a nosotros de vuelta.»

También en la literatura y en las ciencias sociales comenzamos a introducir procesos puramente lógicos. Ya no se trata sólo de escribir una historia emotiva, ahora debe guardar una estructura lógica, coherente, que haga sentido y que tenga un propósito. En las ciencias sociales, ya no nos reducimos a saber de historia y conocer la geografía del mundo, ahora queremos entender los modelos que nos ayudan a explicar el comportamiento humano, individual y social. En conclusión, hay una mayor sed de entendimiento de los procesos y sus causas y eso es precisamente lo que debemos respetar y estimular en los estudiantes del tercer septenio.

Así que si puedo dejarte un consejo como educador es que busques retar intelectualmente a tus estudiantes. Busca que su cabeza tenga que trabajar, ayúdalos a encontrar caminos para llegar a su propia verdad, permíteles descubrir cuál es esa verdad. Aunque la forma en que la gravedad actúa cuando los cuerpos caen al vacío ya fue descrita por grandes mentes en el pasado, no se los cuentes todo digerido, permite que ellos lo analicen y lo descubran. Sólo esto los hará competentes, libres de pensamiento y críticos cuando sean adultos, no se trata más solamente aprender contenidos y memorizar las respuestas de un libro de texto que dice tener todas las verdades. La verdad está viva para ellos, sé un guía para que ellos la busquen y la conquisten.

«Sólo esto los hará competentes, libres de pensamiento y críticos cuando sean adultos».

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